Después de haber sido evangelizada y de haber buscado la liberación, la 3.ª etapa en la vida de una persona de fe fue convertirse.

¿Usted recuerda cómo se convirtió? El Espíritu Santo le reveló cuán pecador usted era. Además, usted tuvo que ser humilde para reconocer sus errores y fallas. También tuvo que confesar sus pecados, pedirle perdón a Dios, dejar de hacer lo que hacía y empezar a odiar eso (porque los errores lo separaban del Altísimo).

Para eso, fue necesario limpiar su corazón, perdonar al que lo ofendió, pedirle perdón a la persona que lastimó, dejar a un lado su orgullo y entregar su manera de pensar para abrazar la verdad del Dios vivo.

También fueron necesarias otras cosas. Abandonar la mentira, las malas palabras, dejar de murmurar, de culpar a Dios y a las personas por sus fracasos, dejar de jugar con las cosas de Dios. De la misma manera, dejó las costumbres, las manías, las tradiciones y las religiones. Muchas personas dejaron de leer, de escuchar, de ver cosas indebidas o que no sumaban nada a su vida espiritual. Otras debieron terminar amistades e incluso noviazgos. Y todo eso fue para entregarse 100 % a Dios.

Usted tuvo que bautizarse en las aguas, sepultar la vieja vida, tomar la decisión de enterrar el pasado, dejar todo lo malo atrás y vivir una nueva vida. Hasta hoy, usted vigila constantemente lo que piensa, dice, siente y alimenta en su interior.

Respóndame lo siguiente: ¿Fue fácil?

Por eso, medite en este pasaje bíblico:

“Por tanto, Yo os juzgaré a cada uno según sus caminos, oh casa de Israel, dice Dios el Señor. Convertíos, y apartaos de todas vuestras transgresiones, y no os será la iniquidad causa de ruina. Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué moriréis, casa de Israel? Porque no quiero la muerte del que muere, dice Dios el Señor; convertíos, pues, y viviréis.” Ezequiel 18:30-32

Lea Hechos 3:19-20 y reflexione.

1.ª Etapa: Evangelizado

2.ª Etapa: Liberado

¡Lo veo en la IURD o en las nubes!

Obispo Julio Freitas