Para usted que se siente OLVIDADO

Una cosa es correr detrás del recuerdo y de la honra del ser humano, otra, muy diferente, es buscar el recuerdo y la honra de Dios

pensando

Generalmente, veo personas que, en determinados momentos de su vida, se sienten tan olvidadas e ignoradas que se enferman física y emocionalmente. Algunas están sumergidas en un cuadro de aislamiento y carencia tan grande que incluso mendigan un poco de afecto o atención. Sin contar las que piensan en quitarse la vida, pensando en obtener el alivio de sus problemas. Son padres olvidados por sus hijos, hijos descuidados por sus padres, esposas abandonadas y cambiadas por sus maridos, empleados leales despreciados y víctimas de injusticias, personas que hicieron todo lo que podían y lo que no podían por un amigo y, después, fueron rechazadas…

En fin, son muchos los motivos que pueden llevar a una persona al exilio emocional, al ostracismo y a la soledad. Sin embargo, la buena noticia es que todos pueden salir de ese sufrimiento solo con una actitud. Le pido que se quede hasta el final, porque usted descubrirá la llave que abre la puerta de esa prisión.

Usted que hoy sufre con el dolor de ser olvidado puede creer que con el simple hecho de que alguien lo llame ese sufrimiento terminará.

Surgen pensamientos como: si mi amigo me llamara, podría surgir una invitación para cenar, una oportunidad de empleo o, tal vez, una charla de algunos minutos. Este puede ser su deseo, pero eso está lejos de ser la salida que usted tanto necesita.

Porque el recuerdo de los hombres nos beneficia de manera limitada y pasajera.

No obstante, existe el recuerdo de alguien que puede cambiar nuestra vida para siempre.

La Biblia muestra un suceso, en las últimas horas de vida de Jesús, que nos trae una clara respuesta a las preguntas existenciales de muchas personas. En los Evangelios, vemos que el Hijo de Dios, durante sus tres años de ministerio, siempre estuvo enseñando. Sin embargo, cuando fue crucificado, Lo vemos la mayor parte del tiempo en silencio. Durante Su agonía, usó pocas palabras, pero todas con un profundo significado. En uno de esos momentos, el Señor Jesús atendió el pedido de un ladrón que estaba a Su lado en la cruz.

Sí, el mejor Hombre que el mundo ya conoció fue crucificado entre los peores de Su época. Pero, incluso eso, estaba en los planes de Dios, porque esa era la última oportunidad de aquellos malhechores. Observe que ni siquiera ellos, que habían vivido en el crimen, dejaron de ser recordados por el Creador.

Uno de los ladrones empezó a insultar al Señor Jesús, es decir, un hombre con una vida completamente equivocada, condenado y a punto de morir, no abandonó su orgullo y su

rebeldía. Él ofendía a un inocente, haciendo coro con todas las voces injustas de las autoridades, de los religiosos y de los transeúntes que conmemoraban felices la muerte del Salvador.

En cambio, del otro lado, había alguien con una postura completamente diferente.

Era su compañero de delitos, pero con un corazón dispuesto a cambiar. Ese ladrón, arrepentido de sus errores, además de reprender a su amigo por las injurias que pronunciaba contra el Señor Jesús, se atrevió a hacer un pedido.

“Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en Tu reino.” Lucas 23:42

Ese criminal aprovechó su única oportunidad y fue atendido de gracia, inmediatamente, por el Señor Jesús.

“Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás Conmigo en el paraíso.” Lucas 23:43

¿Qué significaba para ese ladrón ser recordado por Dios?

Un sinfín de privilegios, como el perdón de todos sus pecados, una vida nueva al lado del Altísimo para siempre y el descanso y el deleite en un lugar perfecto, el cielo.

Mientras muchos discutían si el ladrón debería o no estar en el paraíso y otros hablaban sobre su carrera en el mundo del crimen o sobre su carácter dudoso, el Justo Juez no lo acusó ni le impuso ninguna culpa. ¡Al contrario!, Él le dio a un hombre, con pocos minutos de vida en esta tierra, la visión gloriosa de una vida excelente, sin fin, en el porvenir.

Pero la escena del Calvario se sigue repitiendo: uno es llevado al paraíso y el otro es dejado solo y conducido al infierno por sus propias elecciones. De esta manera es como el mundo camina. En una misma casa uno es salvo y el otro es condenado; uno es libre de sus cargas y el otro elige cargar más peso.

Porque una cosa es correr detrás del recuerdo y de la honra del ser humano, otra, muy diferente, es buscar el recuerdo y la honra de Dios. Las personas pueden olvidarse de nosotros y abandonarnos, ¡pero Él nunca! Su memoria es perfecta, fiel y justa.

Por eso, los que recurren al Todopoderoso no viven a merced de los favores humanos y no necesitan limosnas de cariño, porque se satisfacen con el mayor amor.

Por lo tanto, es una locura aislarse en un cuarto y naufragar en la amargura, pudiendo ser favorecido por un Dios tan poderoso. ¡No tiene sentido terminar con la vida de esa manera!

Por más deseoso que Dios esté de ayudarlo, Él solo lo hará mediante su apelo: “Señor, ¡acuérdate de mí!”.

¿Qué le parece experimentar y hacer esa oración maravillosa ahora? Estoy seguro de que usted encontrará luz para sus noches más oscuras. No posponga más la solución para su dolor. No pierda más tiempo en querer ser recordado por quien no puede hacer nada por usted.

Nubia Siqueira

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