La importancia de la oración

¿Usted tiene la costumbre de orar todos los días, aunque las oraciones no tengan la duración que a usted le gustaría?

Las oraciones tienen más efecto en su vida de lo que imagina. Muchos se quejan de que no “despegan”, que no salen del lugar, no evolucionan. Pero se olvidan de aquel diálogo tan necesario con Dios. ¿De qué sirve tener el derecho de estar a Su lado, pero no conversar con Él? Dios entiende toda oración. Otra cosa: rezar no es orar. La oración es consecuencia de una relación con Dios. ¿Ya se imaginó tener una relación con alguien y simplemente decir las mismas cosas todo el santo día? –

“Ah, falta tiempo en medio de la rutina diaria, entonces oro solamente cuando voy a la iglesia”, quizás usted dice. Bien, mientras usted dice eso, otros podrían decir lo mismo. Pero, hay soldados que oran en medio del campo de batalla (mire el ejemplo de los militares británicos de la foto de arriba, recientemente, en Afganistán). Aún con sus vidas en riesgo encontraron un tiempo con el Señor – y muchos regresaron a su casa justamente por eso.

El propio Señor Jesús separaba largos periodos para estar a solas con el Padre, ya que estaba en la forma de Hijo. Y nadie puede decir que Él no era un hombre bastante ocupado.

1) Dios sabe quién tiene un interés verdadero en Su presencia y quien no lo tiene.

No sirve hablar con Él sin que esa sea la sincera voluntad de su pensamiento: “El que aparta su oído para no oír la ley, su oración también es abominable.” Proverbios 28:9

2) Es necesario tener fe de que el Señor Jesús oirá lo que usted tiene que decir: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.” Juan 14:13

3) Dios busca sinceridad en nuestra oración, no sirve “hablar por hablar”, o no que no tengamos un foco, un objetivo, con nuestras palabras: “Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.” Mateos 6:7

4) El Señor Jesús, en la oración del “Padre nuestro” (Mateo 6:9-13), comienza con una adoración al nombre de Dios. También en la oración que fue atendida de Ezequías, en la que él pedía la protección del Señor contra los asirios: “Y oró Ezequías delante del Señor, diciendo: Oh Señor, Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo Tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; Tú hiciste el cielo y la tierra.” 2 Reyes 19:15

5) Pídale ayuda al Espíritu Santo para que Él interceda con el Padre:“Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.” Romanos 8:26