¡Extraordinariamente ellos caminaban con Dios!

verde troncos rayos de sol

Al leer la Biblia me transporté a los tiempos antiguos donde Enoc y Noé anduvieron con el Todopoderoso.

Sin embargo, recordé que Adán y Eva también fueron privilegiados, después de todo, Dios paseaba en el Jardín del Edén todos los días y conversaba con ellos.

En el Jardín creado por Dios, imagino una gama de flores diferentes y extremadamente perfumadas, de incontable belleza. Imagino a los pájaros con su canto afinado y los rayos del sol que penetran entre las grietas de la vegetación. El camino por donde andaban debería estar repleto del follaje que se desprendía de las ramas. Cada detalle minuciosamente cuidado por la atención del Creador.

Adán y su esposa no tenían vecinos, parientes o amigos. Solo estaban ellos dos y aún así desobedecieron a Dios y fueron expulsados del Paraíso.

Por otro lado, Enoc y Noé vivían en una época donde el pecado dominaba sobre la tierra. La falta de temor al Señor era algo tan grave entre las personas que esa situación suscitó la ira de Dios. La decepción del Creador hacia la humanidad era notable en Su Palabra.

He decidido poner fin a toda carne, porque la tierra está llena de violencia por causa de ellos… (Génesis 6:13)

Pero, antes de conocer el diluvio, el Altísimo retiró a Enoc, Su siervo, de esa tierra y de forma milagrosa lo arrebató. Enoc no pasó, ni tampoco presenció el dolor de aquellos que negaban la fe y la obediencia a Dios.

Sin embargo, Él eligió a Noé para construir el Arca según Sus directrices y para que sea quien les avisara a las personas que querían salvarse.

Noé, incluso al ser visto como un loco, permaneció con una fe inquebrantable.

Podemos imaginarnos cuántas “bromas”, ofensas y carcajadas él escuchó. Aún así, le daba continuidad a lo que Dios le había otorgado.

El Señor sabía que podía contar con Noé. Sabía que su fidelidad hacia Él superaría cualquier dificultad, problema e incluso el desprecio que las demás personas le tenían.

Observe que los tiempos y lugares son diferentes. Adán y Eva caminaban con Dios, vivían en el Paraíso, solos, humanamente hablando, y aún así cayeron en pecado. Lo interesante es que ellos no necesitaban creer en Dios para verlo, porque el Señor paseaba con ellos en el Jardín.

No obstante, en un momento donde la humanidad era dominada por el pecado, Enoc y Noé, por la fe, creyeron en Su existencia y en Su Poder y, por eso, se mantuvieron fieles, sin corromperse con el pecado ¡al punto de llamar la atención del Creador! La preciosidad del carácter, de la fe, de la fidelidad, del amor y del temor hacia Dios de esos dos hombres era esplendoroso.

No importa en qué lugar vivimos, o incluso que a nuestro lado haya corrupción, pecado, personas falsas, incrédulas, ateas, injusticias, etc. Lo que importa es quién soy yo para Dios y principalmente quién es Él para mí.

A través de esta fe, seguimos nuestro camino en santidad al Señor, rumbo a nuestro objetivo: ¡LA SALVACIÓN!

Méuri Luiza

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