Cuando estamos delante de obstáculos y dificultades, nuestro yo naturalmente comienza a razonar y analizar la situación para buscar posibles soluciones, y para calcular cuáles son las probabilidades de vencer. Pensamientos que generan miedo, ansiedad, pesimismo empiezan a rondar por nuestra mente.
Pero al observar la actitud de David delante del obstáculo, al fin de cuentas, enfrentar a ese gigante podría quitarle la vida. Sus palabras proferidas en ese momento nos muestran lo que debe estar en nuestra mente para que venzamos cualquier pensamiento que pueda llevarnos a la derrota.
“… ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?”
“El Señor te entregará hoy en mi mano (…) y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel.”
“…porque del Señor es la batalla…”
¿Qué es este problema delante del ejército del Dios vivo? No estoy solo, Dios está conmigo, Su poder, Su ejército está a mi lado. Dios está presente en mi vida, la batalla es suya. Hay poder en la oración, hay ejércitos de ángeles que son enviados a nuestro favor, Él es la fuente de sabiduría, y Él es el que me dirige, me concede ideas.
Enfocarse en quién es Dios, y en nuestra sociedad con Él, nos muestra que ningún obstáculo nos puede impedir vencer. Nuestra victoria también es la de Él.
Miremos hacia lo alto y encontraremos la fuerza que necesitamos, esta fuerza no tiene límites, ni siquiera nuestras fragilidades pueden limitar Su actuación.
Cuando nos concentramos en nosotros, nos imponemos nuestros propios limites. Cuando nos concentramos en Dios, nos elevamos a lo sobrenatural. Él es el Dios vivo. Mantengamos este enfoque.
Gislene Xavier