Lea el mensaje de hoy y medite en él
¿Por qué tratamos como algo esencial lo que Dios dice que es engañoso y fútil?
Hay algunos casos en la Biblia donde se menciona la belleza de determinadas personas, pero no muestra eso como un factor predominante para alcanzar gracia ante los ojos de Dios.
Ahí está la razón por la cual la belleza no permanece en un cuerpo durante mucho tiempo, porque ella no es fundamental, no es una virtud, no determina la felicidad del ser humano, no crea verdaderas relaciones. Hay tantos “ella no es…”.
Sin embargo, hay dos adjetivos que definen bien lo que ella es: “Engañosa es la gracia, y vana la hermosura…”, Proverbios 31:30.
Eso es un grito dado en un altavoz para el mundo que ama lo bello, la elegancia, la simetría, la perfección de las curvas, de las formas, de los músculos, de la piel, del cabello, ¡y que paga un alto precio por eso!
Por lo tanto, antes de lamentarse por no ser una persona tan bonita como le gustaría o, en nombre de la autoestima, desarmonizar todo su rostro, escuche lo que la sabiduría enseña.
Aprendamos el arte de la satisfacción (una tarea difícil en la era de los insatisfechos), y apreciemos la belleza de una conciencia limpia, de la fidelidad, de la firmeza en la palabra empeñada, de la salud, de la alegría y de tantos otros atributos valiosos.
Si la belleza natural y sin grandes adornos está caracterizada como ilusoria, ¿cuánto más la artificial?
Núbia Siqueira
Muy cierto hay que aprender a querernos y valorarnos tal y como somos priorizando lo que realmente importa que es el amor de Dios