“Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley?  Y El le dijo: Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.  Este es el grande y el primer mandamiento. 39 Y el segundo es semejante a éste: Amaras a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.” (Mateo 22:36-40)

Hay gente a la que le encanta colocar a los otros a  prueba, y por increíble que parezca, normalmente son personas que dicen profesar la misma fe. Ellas no sólo colocan a los otros a prueba sino que lo hacen con “todo el respeto posible ¡”… “Señor”… o “Señora”…! El Señor Jesús nos enseñó como tratar con esas personas… vamos a hacer como que no los vemos.

Bueno… vamos a lo que interesa de este pasaje…Vea que de los diez mandamientos, dos fueron citados como los mayores: Amar el Señor, su Dios, de todo corazón, toda su alma y toda su comprensión y el segundo, amar su prójimo como a sí mismo. Esos dos Mandamientos resumen todos los demás.

Cuando usted ama a Dios por encima de todo en esta vida, usted anda en Sus principios, usted Lo respeta, y vive su vida de acuerdo a su voluntad.

Esa es una de las razones por las que yo confío en mi marido, por las que yo admiro a mis padres, y tengo las amigas que tengo: ellos aman a Dios por encima de todo y por eso, me hacen bien.

El segundo mayor Mandamiento está unido al primero pero infelizmente no todo el mundo que practica uno practica el otro… yo fui una de esas personas.

Yo amaba a Dios por encima de todo (y continúo amándolo) , pero en segundo lugar, estaba mi marido. Ese Mandamiento en realidad no sólo dice respecto a nuestro prójimo sino también sobre nosotras mismas, y generalmente nos olvidamos de eso.

Para usted amar a otra persona como a sí misma, usted necesita amarse primero.

Quien practica esos dos Mandamientos, practica los demás.