Sabemos que es muy común escuchar reclamos de quienes trabajan uniformados. Ningún uniforme, sea el de la escuela, el del trabajo o hasta la simple camiseta de un grupo, está libre de críticas.
Estoy de acuerdo que hay empresas que no entienden la importancia de un uniforme, y por eso no invierten tiempo y cuidado cuando los escogen. A veces no piensan en la comodidad de quien lo usará por varias horas, o en una buena presentación. Hay empresas que solo piensan en el bajo costo y en la durabilidad.

Pero, de nuevo a los que hacen uso de ellos, sepan que no existe nada más práctico para quien trabaja que saber de antemano que se va a poner. ¡Imagínese tener que pensar diariamente en la ropa que cumpla con el perfil de sus empleadores y de su función! Por lo tanto, no hay nada que reclamar, ni nada para avergonzarse, pues el uniforme lo ayuda a economizar.

Ellos también tienen una función importantísima, que es la de identificar al profesional como parte de aquel ambiente. Seguramente usted, algún día, ya se equivocó al abordar a personas creyendo que ellas eran empleadas de un determinado lugar. Eso sucede cuando no usan uniformes o el modelo del mismo no comunica bien ese mensaje.

Vea el caso de los obreros. La Iglesia puede estar llena, pero, si miramos rápidamente, podemos diferenciarlos de la multitud y los identificamos como parte del equipo que está listo para ayudar.

El uniforme también transmite un mensaje instantáneo sobre la importancia que aquella institución le da a sus clientes y visitantes, pues transmite sus valores y la credibilidad.
Entonces, mire como es de suma importancia cuidar bien su uniforme y vestirlo con satisfacción. Nada de ir a trabajar con el uniforme arrugado, sucio, apretado o demasiado grande.

Otro punto a analizar es el modelo. A muchas mujeres normalmente le gusta alterar el concepto de la imagen que transmite. Así, como el deseo de darle personalidad a su vestimenta y cambian el modelo original.

Ya vimos pantalones rectos transformados en skinnies o capris; la pollera de vestir transformada en una minifalda, etc. Vale recordar que el uniforme de una empresa seria nunca tendrá la propuesta de ser sensual.
Para terminar, el exhibicionismo no en bienvenido en ningún lugar, mucho menos en el ambiente de trabajo. El uso de maquillaje y de los accesorios deben ser discretos y seguir las pautas establecidas.

Dios instituyó el uso del uniforme del Tabernáculo y posteriormente el del Templo. Él fue el idealizador del modelo y de sus materiales, y no realizó una investigación de la opinión de ellos, para ver si les gustaría. ¡Imagínese en pleno desierto toda la clase sacerdotal vistiendo ropa blanca! Además de todo, también había un código de conducta y comportamiento que no se podía quebrar, sino el servicio de ellos no era válido delante del Altísimo.

Esto nos enseña que tampoco sirve estar con el uniforme impecable si no se tiene postura y buena educación. Los tres deben caminar juntos para transmitir la honra y la satisfacción que usted siente por lo que hace.