Cuando suceden cosas buenas en su vida, usted no Le agradece a Dios, e incluso piensa que fue por sus propios méritos.
Y cuando le suceden cosas que no son tan buenas, usted suele echarles la culpa a los demás y se queja con Dios.
«Porque quiero que sepáis qué gran lucha tengo por vosotros y por los que están en Laodicea, y por todos los que no me han visto en persona, para que sean alentados sus corazones, y unidos en amor, alcancen todas las riquezas que proceden de una plena seguridad de comprensión, resultando en un verdadero conocimiento del misterio de Dios, es decir, de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. Esto lo digo para que nadie os engañe con razonamientos persuasivos. Porque aunque estoy ausente en el cuerpo, sin embargo estoy con vosotros en espíritu, regocijándome al ver vuestra buena disciplina y la estabilidad de vuestra fe en Cristo. Por tanto, de la manera que recibisteis a Cristo Jesús el Señor, así andad en Él; firmemente arraigados y edificados en Él y confirmados en vuestra fe, tal como fuisteis instruidos, rebosando de gratitud.» Colosenses 2:1-7
Aprenda a valorar no solo las cosas buenas que le suceden, aprenda a valorar las adversidades y a superarlas. De esta manera, usted será cada vez más fuerte y alcanzará metas más grandes, siempre glorificando a Dios en cada etapa.
Saque provecho de todo. Y un consejo: Si está viviendo en plena obediencia al Altísimo y pasa por una situación difícil, recuerde que todo coopera para el bien de los que aman a Dios. Considere esto.
Usemos la fe inteligente en la práctica.
¡Que Dios los bendiga a todos!