13º Día del Ayuno de Daniel

lampara

La Falta de Aceite

Lamentablemente, muchos han hecho del Altar un escondite personal, y no un lugar de sacrificio constante.

Piensan, como consecuencia de una conciencia cauterizada, que allí estarán “protegidos”, que su verdadero estado espiritual no saldrá a la luz.

Como si el hecho de estar en el Altar fuera una garantía vitalicia que los exente de tentaciones, o que ya no necesitan luchar más cada día por su Salvación. ¡Qué triste engaño!

Hace algunas semanas, ocurrió un hecho que sirve de alerta para los que están en esa posición.

Por no haber nacido del Espíritu Santo, la esposa de uno de nuestros pastores cometió adulterio, después de siete años de matrimonio.

No le faltaba nada. El hombre siempre fue dedicado, amigo, compañero, fiel a Dios y, consecuentemente, fiel a su esposa. ¿Qué más puede pedir una esposa de su marido?

Pero, quién sabe por qué motivo ella cambió de comportamiento. Actuó movida por un espíritu de pasión que la dominó, sin pensar en las consecuencias de que el precio del pecado es la muerte física y/o espiritual.

Inmediatamente, él la dejó que se fuera. Ella, ahora, sin sustento, sin un proveedor, regresó a la casa de sus parientes.

Entonces, llorando de remordimiento, fue a pedirle ayuda a la esposa del obispo de la Universal de aquel país. Y trató de encontrar el amparo y la seguridad que perdió, ella quería “aceite prestado”, de quien sabía que tenía. Estaba dispuesta a someterse a cualquier trabajo, a cualquier situación que le propusieran, mientras estuviera cerca de esa “seguridad”; la supuesta paz perdida.

La esposa del líder, al querer ayudarla, pero, al mismo tiempo, sin querer impedir el trabajo del Espíritu Santo, le dijo:

“¿Recuerdas a las cinco vírgenes insensatas? Bueno. En el momento en el que el Novio regresaría, las mujeres se encontraban sin aceite en sus lámparas. Por lo tanto, rápidamente, se dirigieron hacia las otras cinco vírgenes sensatas, y ellas les respondieron: ‘No podemos extraer aceite del nuestro y dárselo a ustedes, porque también nos faltaría a nosotras. Vayan al mercado, urgente, a comprarlo’. Pero, como no había más tiempo, las insensatas se quedaron afuera”.

La esposa del obispo, para concluir la reflexión, le dijo: “No puedo tomar mi aceite y dártelo a ti. Búscalo mientras haya tiempo, no sea que te falte aceite para el encuentro con el Novio”.

Observe que Dios no actúa guiado por los sentimientos, ¡no! Él no tendrá “pena” de los que golpearán la puerta del lado afuera, a último momento.

Ahora, aún hay posibilidad de que compre y de que se convierta en una persona rica espiritualmente. ¿O no se da cuenta de que el aceite se está acabando? ¡Claro que sí!

Pero ¿por qué será que tantas personas, cuando recuerdan que necesitan este “Aceite” se ven vacías sin ni siquiera una gota? Es la falsa seguridad en la que muchos viven, cerca del Altar.

La ceguera espiritual da la sensación de que pueden jugar un poco con la sensualidad, sin correr riesgos de dar a luz a un bastardo. Santiago 1:14, 15.

Cuando pecamos, perdemos los derechos adquiridos. De nada sirve quejarse, patalear o querer justificarse…

Solo los que se someten al Señor Jesús y asumen quiénes son delante de Dios y de los hombres, reciben el PODER DE CONVERTIRSE en Hijos de Dios. Estos sí están aptos para recibir el Espíritu Santo para que no les falte la unción.

La falta de aceite, tarde o temprano, hará que los insensatos le golpeen la puerta a los demás.

Fuente: Blog Obispo Macedo.

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