14º Día del Ayuno de Daniel

mujer

El Reino de los Cielos es para quien sacrifica

Tal vez usted, amigo lector, se pregunte porqué la insistencia con respecto al tema referido al sacrificio. Sería más cómodo no hablar del sacrificio. No nos expondríamos a las críticas, el mensaje sería más ligero, les gustaría tanto a griegos como a troyanos y nadie saldría herido.

Sin embargo, como no trabajamos según las reglas de este mundo, como no somos comerciantes de la Palabra, como no vivimos de la venta de libros, como no competimos por un cargo político y mucho menos estamos preocupados en obtener miembros religiosos, optamos por obedecer la inspiración del Espíritu de Dios y anunciar la Verdad que libera.

Quien cree, va. Quien no cree, que se quede con las vírgenes insensatas.

El hecho es que cuando el pecado no mata de una vez, masacra al pecador hasta la muerte.

Muchas personas, creyentes o no, han gemido y ya no saben qué hacer para liberarse de eso.

El espíritu del pecado ha poseído a la humanidad y la ha conducido al caos.

Aunque muchos conozcan el Evangelio, solo una minoría ha tenido la valentía de ponerlo en práctica y de habitar en el Abrigo de Dios.

Pero, la mayoría prefiere adherirse a los mensajes de salvación fácil y así evitar el sacrifico de la carne.

Mientras tanto, los espíritus engañadores y anticristianos han operado libremente, y han hecho que hasta el pueblo que ha creído en Dios, sufra de forma implacable.

Actualmente, los días no han sido muy diferente a los de Juan el bautista. En aquella época, él no solo predicaba el arrepentimiento, sino que también conducía a los judíos sinceros a confesar y a abandonar sus pecados. Mateo 3:1-10

Ahora, en este momento, ¿esta no es la voluntad de Dios para su vida? ¿De qué sirve que usted busque la ayuda de Dios en la iglesia y fuera de ella siga en adulterio, en la prostitución, en la delincuencia, en la mentira, etc.?

Usted, ¿a quién piensa que engaña? ¿Qué piensa que ganará de esa manera? ¿Hasta cuándo sustentará a ese espíritu del pecado en usted?

El pecado es un espíritu. Quien le dice que sí a él, le dice sí a su espíritu.

¿Cómo salir de esa prisión?

Sacrifique su carne hasta el punto de que muera de hambre.

¡Por supuesto!

Si usted sacrifica la carne, ¿a dónde habitará el espíritu del pecado?

Si usted quiere una respuesta urgente de Dios, sacrifique urgentemente por Él. Pero, si no renuncia a la prostitución, al adulterio, a las mentiras, a la delincuencia, a la corrupción y a todo lo demás que le agrada al diablo, ¿cómo podrá el Espíritu de Dios actuar en su vida?

Fuente: Blog Obispo Macedo.

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