“…manteniendo la fe y buena conciencia, desechando
la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos…” 1 Timoteo 1:19
Para que tengamos éxito en el desarrollo de nuestra Salvación, con el objetivo
de llegar hasta el fin, en plena actividad de fe, es extremadamente necesario
que todos los días examinemos los propios hechos o sentimientos.
La conciencia es una voz que habla en lo más profundo del ser humano. Clama
cuando es manchada por el pecado cometido. La fe se inhibe por la mala
conciencia y hace que la duda se manifieste junto a la inseguridad y al miedo.
Muchos de los que un día estuvieron con nosotros y hoy se encuentran sin Dios,
caídos en este mundo, rechazaron esa voz, pues “Pero el Espíritu dice claramente
que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a
espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de
mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia…” 1 Timoteo 4:1-2
Debido a la buena conciencia tenemos intrepidez para entrar al “Lugar Santísimo”
(Hebreos 10:19-22), como también tenemos intrepidez para: “…publicar libertad a los cautivos, y a los presos
apertura de la cárcel…” Isaías 61:1
La conciencia pura es
uno de los nutrientes indispensables para el mantenimiento de las funciones
vitales de la fe sobrenatural, por eso actuemos como lo hizo el apóstol Pablo
que: “…teniendo esperanza en Dios, la cual ellos también abrigan, de que ha
de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos. Y por
esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los
hombres.” Hechos 24:15-16
Obrero/a, luche para mantener su conciencia pura, al santificarse día tras día
para: “…presentarte a Dios aprobado, como
obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. Mas evita profanas y vanas
palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad.” 2 Timoteo
2:15-16
Dios los bendiga.
Obispo Sérgio Correa