Para seguir con el estudio del capítulo 5 de Gálatas, el obispo Sergio Correa, responsable de los obreros, explica que, así como las personas que poseen un ser carnal, tienen naturalmente obras carnales (Gálatas 5:19-21), los que son nacidos del Espíritu, consecuentemente, producen los frutos del Espíritu.
“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.” Gálatas 5:22-23
Lea la segunda parte del estudio:
¿Su ser es carnal o espiritual?
Para ilustrar de qué manera eso sucede, el obispo usó como ejemplo un árbol.
Generalmente, cuando el árbol crece, sus frutos aparecen. Él no se esfuerza para eso, porque su naturaleza es fructificar. “Así es el bautizado con el Espíritu Santo; él exhala el perfume de Jesús. Es algo natural en él, no necesita hacer fuerza.”, explica.
Dentro de esos frutos, el primero es el amor.
La esencia del amor
Cuando hay un nuevo nacimiento, el interior de una persona se transforma, la naturaleza carnal y adánica sale de ella y entra la naturaleza Divina.
A partir de este nuevo ser, nace el amor.
Sin embargo, no se trata del amor que es tan celebrado por el mundo y que está simbolizado por romances y besos.
El amor que se genera en los nacidos de Dios es el amor sacrificial de la cruz.
“Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la Ley y los profetas.” Mateo 22:37-40
Amor Divino
Este amor nace cuando el Señor Jesús Se revela a la persona. Podemos ver un ejemplo de eso en el pasaje bíblico descrito en el evangelio de Juan 9:1-10, sobre la cura del ciego de nacimiento.
Después del milagro, el hombre, que ahora era un exciego se volvió el centro de atención. Sin embargo, él no vio quién lo sanó, solo sabía que Su nombre era Jesús.
Entonces, forzado por los fariseos a confesar que Jesús era un hombre pecador y, que por lo tanto, no podría haber realizado tal milagro, el exciego declaró:
“Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace Su voluntad, a ése oye. Desde el principio no se ha oído decir que alguno abriese los ojos a uno que nació ciego. Si éste no viniera de Dios, nada podría hacer.” Juan 9:31-33
Amando al prójimo
Al conocer al Señor Jesús y amarlo, el bautizado con el Espíritu Santo también empieza a amar a las personas.
El obispo explica que, cuando conocemos al Señor Jesús, el amor por Él nos hace renunciar a cualquier cosa para ponerlo en primer lugar en nuestras vidas. Y, consecuentemente, somos capaces de amar a quien ni siquiera conocemos”.
Ese amor no es teórico, sino práctico. Pues, la esencia del amor Divino es dar.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3.16
Núbia Onara