La Biblia nos muestra la historia de dos hermanos que se volvieron tres. Esto fue posible debido a que uno de ellos cambió de personalidad al provocar una experiencia personal con Dios.
El primero en nacer fue Esaú, fuerte, cazador, cocinero hábil. En lo que se refiere al mundo natural era el heredero de la responsabilidad de proteger y liderar a su familia y, al espiritual, la bendición proferida a Abraham y a sus descendientes…
Seguro de sí mismo, sus actitudes demuestran que la creencia de que sus talentos y su amistad con el padre eran la garantía de su éxito. Su nombre está escrito en la Biblia, sin menciones de oraciones, sino que de gritos y llantos. Fue así como él reaccionó delante de las adversidades, siguiendo sus instintos no buscó aproximarse a Dios, por eso no existen menciones en la Biblia de que él fue exitoso por tener alguna experiencia con Dios.
El segundo al nacer fue Jacob, tranquilo y casero, características poco expresivas para un hombre de su época. Era comprometido con respecto al campo espiritual, buscó la bendición conferida por su padre a toda costa, hizo votos con Dios en el campo natural.
Sus victorias fueron construidas en la creencia del poder de la palabra seguida de una actitud, pero en su interior permaneció intocable, pues su fe fue limitada por el hecho de desear lo espiritual con apego a lo material. Experimentó milagros, pero no obtuvo el mayor de todos, la paz interior que nace en la alegría de volverse heredero de Dios y con la seguridad de Su dirección.
El tercero, Israel, nació de la decisión que Jacob tuvo al despojarse de todo para quedarse a solas con Dios, buscar la bendición que hace la diferencia, la proferida por la boca del propio Dios. Dios lo tocó, lo bendijo, cambió su nombre, y, al cambiar su carácter, sus objetivos personales se ampliaron al mundo espiritual. Poco tiempo después, el conflicto de su vida se resolvió naturalmente, resolvió su problema interior, familiar y por la primera vez pudo referirse a Dios como su Dios.
“Y erigió allí un altar, y lo llamó El-Elohe-Israel.” Génesis 33:20
¿Cómo ha estado su confianza?
· ¿Como la de Esaú en sus propias fuerzas?
· ¿Como la de Jacob en el poder de las bendiciones proferidas?
· ¿Como la de Israel de entregarse al poder del sacrificio, a la renuncia al campo físico, para aferrarse a la plenitud de las bendiciones que emanan del propio Dios?
Gislene Xavier
Es cierto solos no podemos