¿Cuánto tiempo tenemos que orar al día?

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¿Sabe por qué empecé este texto con la pregunta sobre cuánto tiempo tenemos que orar al día? Porque la mayoría de los cristianos no ora como debería orar. Aunque sepamos que la oración es un arma de efectos poderosos, tanto para mantener la comunión con Dios como para combatir al diablo, aun así, muchos no la practican debidamente.

Esa frustración con la vida de oración surgió primeramente en los discípulos. En un determinado momento de convivencia de aquellos hombres con el Señor Jesús, descubrieron que no sabían orar. Pero ¿cómo no sabían, si la oración, activamente, formaba parte de la religión judía y de las narraciones que contiene el Antiguo Testamento?

Nadie pide que se aprenda algo que ya se sabe, por lo tanto, el modo en el que los discípulos oraban, probablemente, era religioso, al igual que los demás hombres de la época.

Estos discípulos vieron al Salvador hacer curas prodigiosas. Es más, incluso Lo vieron resucitar a Lázaro, que había muerto cuatro días antes. No obstante, nada de eso les llamó tanto la atención como ver a Jesús orar. Por eso, esos hombres no pidieron aprender a curar leprosos, ciegos, paralíticos o, incluso, expulsar demonios, sino que Le pidieron a Jesús que les enseñara a orar, de la misma manera que Él oraba (Lucas 11:1). Y como nuestro Señor es maravilloso, Él les enseñó. Esa enseñanza está registrada en Mateo 6:5-8.

Así como ellos, la mayoría de las veces, nosotros también no sabemos bien qué es orar y permanecer constantemente en ese espíritu de oración.

Orar no es una cuestión de dones, que uno tiene y otro no. Orar tampoco es una opción. Necesitamos entender que la oración es para nuestra alma, de la misma forma que el oxígeno es para nuestro cuerpo, es decir, ¡fundamental! Por lo tanto, o uno ora y vive o uno deja de orar y muere, pues es imposible mantenerse vivo espiritualmente si no hay oración.

Es triste ver a algunas personas creer que no tienen una vida de oración porque no tienen tiempo. Por otro lado, encuentran medios para respirar, comer, dormir, asearse y divertirse para mantener su cuerpo sano. Es decir, empeñan todos sus esfuerzos para satisfacer su vida terrenal, pero descuidan la vida eterna.

Incluso, hay algunos que usan la propia Obra de Dios para justificar la falta de tiempo para orar. ¡Qué mentira irrisoria es esa! El Señor Jesús hizo mucho más que todos nosotros y tenía una vida activa de comunión con Dios en oración.

La verdad es que nadie deja de orar porque no tiene tiempo, sino porque no quiere orar. No tiene placer de estar en compañía con nuestro Señor. Al fin de cuentas, separamos tiempo para lo que nos gusta y para lo que es prioridad para nosotros, y punto.

Ante esto, probablemente, usted ya notó que necesita orar más de lo que ha estado orando, ¿no es así? Entonces, ¿cuál debe ser la regularidad de esa oración?

¿Alguien puede hacer una conjetura sin copiar la respuesta que está abajo?

RESPUESTA:

Vamos a ver lo que dice la Biblia:

“Orad sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17).

“… orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos…” (Efesios 6:18).

¿Entendieron? La respuesta es, ni más ni menos, solamente “sin cesar” y “todo tiempo”. Claro, eso no quiere decir estar de rodillas todo el día, sino mantenerse, constantemente, conectado con Dios en espíritu.

Además de esa conexión incesante, determine un horario y un lugar para que, cada día, usted pueda pasar tiempo con Dios.

Ahora bien, voy a prevenirle que antes de eso, usted tendrá un inmenso deseo de revisar las redes sociales, de responder un correo electrónico “urgente” o dejarlo para después. Pero, no caiga en eso. Sea disciplinado y obedezca lo que usted estableció.

¡Buenos momentos de oración para todos ustedes!

Núbia Siqueira

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