Debilidad y debilidad

Tratemos las debilidades que no se vuelven fuerza, sino una caída. Lea el mensaje a continuación

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Hace unos días, escribí sobre lo difícil que se vuelve la vida cuando somos débiles. Algunas personas no lo entendieron y rebatieron, debido a la cita de Pablo: “… porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”, 2 Corintios 12:10.

Sin embargo, debemos entender mejor ese texto, porque no todas las debilidades se vuelven fuerza, como muchos piensan.

La debilidad a la que Pablo se refería era a las circunstancias de sufrimiento permitidas por Dios para que él creciera espiritualmente y, de esta manera, nunca cayera en la fe.

No se trataba de una inclinación hacia la carne, hacia el pecado o hacia el mundo, como muchos cristianos tienen actualmente.

Sansón, por ejemplo, fue un DÉBIL DÉBIL, porque su debilidad era la inclinación de involucrase con mujeres extranjeras. Esa debilidad no lo llevó a tener ninguna fuerza, al contrario, lo llevó a la vergüenza y a la muerte.

David, experimentó los dos tipos de debilidad. Cuando huía de Saúl por el desierto, vivía escondido en cavernas y era débil frente al ejército real. Por lo tanto, él dependía de Dios en todo, por eso, oraba, ayunaba, salmodiaba… En aquella época, David era un DÉBIL FUERTE, un gigante lleno de la fuerza de Dios.

No obstante, cuando cometió adulterio, el rey estaba débil, pero débil frente al deseo de pecar. Eso lo hizo caer y su debilidad se volvió la razón de su mayor dolor.

Por lo tanto, tratemos las debilidades que no se vuelven fuerza, sino una caída y no nos inquietemos con las debilidades que nos empujan hacia los pies del Señor Jesús.

¿Usted es un débil fuerte o un débil débil?

Hace unos días, escribí sobre lo difícil que se vuelve la vida cuando somos débiles. Algunas personas no lo entendieron y rebatieron, debido a la cita de Pablo: “… porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”, 2 Corintios 12:10.

Sin embargo, debemos entender mejor ese texto, porque no todas las debilidades se vuelven fuerza, como muchos piensan.

La debilidad a la que Pablo se refería era a las circunstancias de sufrimiento permitidas por Dios para que él creciera espiritualmente y, de esta manera, nunca cayera en la fe.

No se trataba de una inclinación hacia la carne, hacia el pecado o hacia el mundo, como muchos cristianos tienen actualmente.

Sansón, por ejemplo, fue un DÉBIL DÉBIL, porque su debilidad era la inclinación de involucrase con mujeres extranjeras. Esa debilidad no lo llevó a tener ninguna fuerza, al contrario, lo llevó a la vergüenza y a la muerte.

David, experimentó los dos tipos de debilidad. Cuando huía de Saúl por el desierto, vivía escondido en cavernas y era débil frente al ejército real. Por lo tanto, él dependía de Dios en todo, por eso, oraba, ayunaba, salmodiaba… En aquella época, David era un DÉBIL FUERTE, un gigante lleno de la fuerza de Dios.

No obstante, cuando cometió adulterio, el rey estaba débil, pero débil frente al deseo de pecar. Eso lo hizo caer y su debilidad se volvió la razón de su mayor dolor.

Por lo tanto, tratemos las debilidades que no se vuelven fuerza, sino una caída y no nos inquietemos con las debilidades que nos empujan hacia los pies del Señor Jesús.

¿Usted es un débil fuerte o un débil débil?

Hace unos días, escribí sobre lo difícil que se vuelve la vida cuando somos débiles. Algunas personas no lo entendieron y rebatieron, debido a la cita de Pablo: “… porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”, 2 Corintios 12:10.

Sin embargo, debemos entender mejor ese texto, porque no todas las debilidades se vuelven fuerza, como muchos piensan.

La debilidad a la que Pablo se refería era a las circunstancias de sufrimiento permitidas por Dios para que él creciera espiritualmente y, de esta manera, nunca cayera en la fe.

No se trataba de una inclinación hacia la carne, hacia el pecado o hacia el mundo, como muchos cristianos tienen actualmente.

Sansón, por ejemplo, fue un DÉBIL DÉBIL, porque su debilidad era la inclinación de involucrase con mujeres extranjeras. Esa debilidad no lo llevó a tener ninguna fuerza, al contrario, lo llevó a la vergüenza y a la muerte.

David, experimentó los dos tipos de debilidad. Cuando huía de Saúl por el desierto, vivía escondido en cavernas y era débil frente al ejército real. Por lo tanto, él dependía de Dios en todo, por eso, oraba, ayunaba, salmodiaba… En aquella época, David era un DÉBIL FUERTE, un gigante lleno de la fuerza de Dios.

No obstante, cuando cometió adulterio, el rey estaba débil, pero débil frente al deseo de pecar. Eso lo hizo caer y su debilidad se volvió la razón de su mayor dolor.

Por lo tanto, tratemos las debilidades que no se vuelven fuerza, sino una caída y no nos inquietemos con las debilidades que nos empujan hacia los pies del Señor Jesús.

¿Usted es un débil fuerte o un débil débil?

Nubia Siqueira

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