Elija ser PRUDENTE, deje de mirar hacia los errores de los demás, porque nadie puede corregir los errores de nadie, ¿no es así?
Lo que podemos y debemos hacer es reconocer y arreglar nuestros propios errores.
En lugar de invertir tiempo, energía, paz, alegría, mirando las fallas de otros, tómese un momento y mírese a usted mismo. Si lo hace, podrá detectar sus propios errores y cambiar. En cuanto a los demás, no podemos obligarlos a cambiar.
“Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo. Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según verdad. ¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios?” Romanos 2:1-3
Por lo tanto:
Independientemente de quién sea usted, no hay excusas para juzgar a su prójimo. Porque, cuando lo hace y practica lo mismo u otros errores que considera que están mal en el otro, se está condenando a sí mismo.
Sabemos que Dios es justo al condenar a los que hacen esto. Por eso, si usted practica lo que condena, no piense que escapará del juicio de Dios.
¿O usted desprecia la gran bondad, tolerancia y paciencia de Dios?
Dios es bueno y desea que cambie de vida. ¡Usted lo sabe!
Sin embargo, su corazón es duro y testarudo. De esta manera, está aumentando aún más el castigo que sufrirá el día en que la ira y el juicio justo de Dios se revelen, porque Él recompensará a cada uno de acuerdo con sus obras.
Él les dará la Vida Eterna a los que perseveran en hacer el bien y en buscar la gloria, la honra y la vida inmortal. No obstante, hará caer Su ira y Su castigo sobre los egoístas y sobre los que rechazan lo justo para seguir lo malo.
Todos los que practican el mal sufrirán y tendrán aflicciones, tanto los judíos como los que no son judíos.
En cambio, a todos los que practican el bien, Dios les dará gloria, honra y paz, tanto a los judíos como a los que no son judíos. Porque Él trata a todos imparcialmente.
Sugerencia: Escriba en un papel los errores que ha cometido y que generalmente vive criticando e intentando cambiar de los demás. Después, entréguelo en el Altar y pida perdón.