Lea el mensaje de hoy y medite en él

Se habla tanto sobre la salud mental, en este tiempo en el que hay una epidemia de trastornos, síndromes, deficiencias, disturbios y demás.
Hemos visto a tantas personas, desde niños hasta ancianos, contar sus experiencias de insomnio, ansiedad, depresión, estafas, vicios, compulsiones, desánimo prolongado y deseos de suicidio.
No hay forma de disociar el cuerpo del alma ni el cuerpo del espíritu. Somos tres en uno: cuerpo, alma y espíritu, y este trío es indispensable en este mundo.
Por lo tanto, la salud empieza cuando interactuamos con Dios y con las personas atentas a esta diferencia. Es decir, en un mundo cruel y con tantas demandas, ver, sentir y escuchar todo a nuestro alrededor con los lentes humanos puede llevarnos a la locura. Mientras que vivir en el mundo con los ojos de Dios, nos ayuda a mantener el equilibrio, la serenidad y la sensatez.
De esta manera, la fe en la Palabra es el único antídoto para contrarrestar los grandes males de la vida moderna.
Porque no se puede ir al médico a buscar un remedio para el alma ni ir a la farmacia para buscar un medicamento que cure los resentimientos y la tristeza, solo la Palabra de Dios puede tratar al ser humano en su totalidad. Esta restaura, alivia y cura el interior de una manera profunda y perfecta.
Es necesario hacer esto enseguida y de forma individual, porque nadie podrá librarse del sufrimiento. El mundo no mejorará y las cosas no serán más fáciles en el futuro.
En Dios siempre hay providencia y escape cuando clamamos por Su socorro.
Por eso, confiar en el Señor no solo nos proporciona paz y la solución para los problemas, sino salud mental, para los seres pequeños y frágiles que somos, en estos tiempos extremadamente peligrosos y malos.
«En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, Tus consolaciones alegraban mi alma.» Salmos 94:19