Tal vez alguien dirá: «No creo en la existencia de satanás ni en la de Dios», pero todos concordamos con que el bien y el mal existe. El bien es Dios y el mal es satanás, aquel que solo tiene placer por tres cosas: robar, matar y destruir.
Es innumerable la cantidad de personas que son influenciadas por el mal y no logran reconocer sus actitudes negativas. Una persona poseedora de una fe inquebrantable es capaz de vencer el mal con el bien, por eso, él intenta impedirle alcanzar sus objetivos de todas las maneras posibles.
El libro de Marcos, capítulo 4, versículo 4, dice lo siguiente: «… y al sembrar, aconteció que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y la comieron». El sembrador es el que difunde la Palabra de Dios, y todos los que escuchan y no entienden son aquellos a los que el mal les arrebató lo que fue sembrado en su corazón, porque fue sembrado junto al camino. Actualmente, esta realidad ha sido muy común, cada vez hay menos personas que entienden y viven la Palabra. La semilla debe ser regada todos los días. Es como una flor, que puede ser linda y saludable, pero, si no se la riega, se marchitará y morirá. Así ha sido la vida de muchas personas, que se marchitaron y murieron por no cuidar la palabra que escucharon o leyeron.
Amigo lector, guarde la Palabra de Dios dentro de su corazón, para que su vida florezca en todas las áreas.
Vea si no tengo razón: «Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó y creció, y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno.» Marcos 4:8
Por su siervo en Cristo, obispo Júlio Freitas