Jesús fue, al mismo tiempo el Sacrificador y el Propio Sacrificio…
«Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la Sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que Él nos abrió a través del velo, esto es, de Su carne…» Hebreos 10:19,20
Al hablar sobre el Templo a un grupo de judíos, alguien me hace la siguiente pregunta:
«Obispo, en el pasado, tan solo el sumo sacerdote tenía acceso al lugar más sagrado del Templo, que era el Santo de los Santos, y, para eso debería consagrarse y purificarse durante todo el año, de lo contrario, moriría allí mismo al adentrar el velo. En el caso del Templo de Salomón, ¿está el Santo de los Santos? ¿todos podremos entrar?»
Esta pregunta me pareció bastante interesante, pues pude hablar sobre el sacerdocio del Señor Jesús.
Eso es extremadamente profundo, pues pude hablar sobre el sacerdocio del Señor Jesús.
Eso es extremadamente profundo, pues la función principal de los sacerdotes era ofrecer sacrificios por sí mismos y por el pueblo.
El detalle es que ellos ofrecían los sacrificios, pero no eran el propio sacrificio, como fue con nuestro Señor Jesús. Él, como Sumo Sacerdote, entró al Santo de los Santos ofreciéndose a Sí mismo como Sacrificio único, perfecto y definitivo para pagar y cancelar la deuda de todos nosotros, o sea, nuestros pecados, los cuales nos impidieron tener acceso al Santísimo Lugar, donde estaba el Trono de Dios Todopoderoso.
Él fue, al mismo tiempo, el Sacrificador y el Propio Sacrificio, por eso nos consagró un nuevo y Vivo Camino por medio de Su cuerpo martirizado en la cruz, por lo cual podemos, por la fe, llegar a la presencia del Altísimo.
No necesitamos a nadie, ni al pastor, ni al padre, al obispo o al sacerdote para que entremos en ese Lugar tan glorioso. ¿Sabe por qué? Porque Él, nuestro Señor y Salvador Jesús, cuyo Nombre es Santo, nos consagró y nos hizo reino de sacerdotes para Dios, como está escrito:
«y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque Tú fuiste inmolado, y con Tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.» Apocalipsis 5:9,10
¡Eso es muy glorioso!
El Templo que nosotros construimos, para que el Nombre del Dios Vivo esté, tiene en su exterior un gran patio, una gran explanada; pero, interiormente, no hay separaciones, pues todo será el Santo de los Santos. ¡Sí!
Todos los que entren en esa Casa de Oración, sean ricos o pobres; cultos o incultos; tengan o no religión, tienen acceso, por la fe en el Nombre del Señor Jesús, al Santísimo Lugar, donde habita la gloria de Dios, porque el velo que separaba no separa más, pues fue rasgado de arriba hacia abajo.
«Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron…» Mateo 27:51
Esta casa de oracion como se refleja » es tan pura, en lo bello que se nota ,esta a la vista de todos » en la cual no podemos negar que no esta la presencia de Altisimo en este Santo lugar es muy fuerte . Saven que es tanta la humildad de Dios que El nos quito ese velo y nos permite entrar a este San Lugar para que lo conoscamos mas , cuando El nos ve entrar es tanta la alegria,gozo que despues correra por nuestras venas que bueno . El save muy bien que fuen contruido par su gloria y honra ,saviendo que fuimos todo en una misma fe en poner ese granito de arena sin pedir nada cambio.
Que Dios bendiga al Obispo Macedo que es usado por Jesus en gran manera
Nosotros debemos honrar este Gran Sacrificio; mantenernos en Santidad y luchar día a día con todas nuestras fuerzas para mantenernos en su presencia limpios y dignos de estar en este Santo Lugar. Ese es nuestro Sacrificio; así honramos la sangre que nuestro Señor Jesucristo derramó por amor de nuestra Alma.
Que privilegio Tenemos nosotros, aun siendo tan pequeñitos, insignificantes, El Señor Dios entrego a Su propio hijo por nosotroS, para pagar esa Deuda.
Dios los Siga bendiciendo!
-Iurd Ezeiza-
Gracias al Señor Jesús por amarnos de manera extraordinaria, ese amor que nos lleva a la salvación. No debemos despreciar lo que el Señor hizo por nosotros, debemos valorar ese gran sacrificio a través de nuestra entrega y obediencia incondicional.
Obr. Vanesa- Derqui