¿Es posible mantener la comunión con Dios y estudiar? ¿Cómo portarme delante de las personas incrédulas?
Estas preguntas son comunes entre los estudiantes convertidos.
Vivimos en sociedad, por eso no hay manera de mantenernos aislados de la convivencia con otras personas, pero tenemos el poder de elegir con quién podemos convivir sin dejarnos influenciar de manera negativa.
La Palabra de Dios nos amonesta: “Velad y orad, para que no entréis en tentación.” (Mateo 26:41)
Si nuestro Dios lo dejó escrito, es porque sabía de la importancia de estar atentos a todo lo que nos rodea.
El enfoque del diablo es debilitar la fe del cristiano y, para esto, trabaja arduamente, pero de una forma extremadamente sutil.
¿Qué hay de malo en tener una amistad con personas que son agradables, alegres, simpáticas, cordiales pero que no están en el mismo espíritu, pues no son nacidas de Dios?
La cuestión es simple: Ellas no piensan como Dios porque aún son carne y no espíritu.
Eso no significa que seremos mal educados o ignorantes, ¡de ninguna manera! Debemos mostrar en nuestro buen proceder, la imagen del Señor Jesús. Pero es imprescindible que seamos prudentes y atentos a todo lo que absorbemos diariamente, al fin de cuentas, vacilar frente a eso, puede poner nuestra fe en riesgo. Y eso es lo que les ha sucedido a muchos.
Con el pasar del tiempo, lo que, hasta entonces, el estudiante cristiano consideraba equivocado delante de Dios, comienza a ser algo natural.
Cuando vamos a estudiar, debemos pensar que nuestro enfoque, al estar en ese lugar, son los estudios, ¡aprender!
De esta forma entendemos que debemos tener mucho cuidado en la elección de nuestras amistades.
No se deje llevar por las emociones y convicciones ajenas, porque muchos actuaron así y hoy están alejados de la Presencia de Dios.
Tenga cuidado para que los ideales contrarios al Señor Jesús no penetren en su mente y usted pierda su comunión con el Creador.
Antes bien, elija tener la postura de un verdadero ciudadano del Reino de Dios, ¡Hónrelo por donde usted vaya!
“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios…” (1 Juan 4:1).