“… Abraham era solo uno; sin embargo, tomó posesión de la tierra. ¡Cuánto más nosotros que somos muchos! A nosotros ha sido dada la tierra como posesión’.” Ezequiel 33:24
Estos hombres habitaban en lugares desiertos y, aparentemente, creían en el Dios de Abraham. Sin embargo, Dios los reprendió duramente en los siguientes versículos, cuando dijo que ellos comían carne con sangre, que se contaminaban con la mujer de su prójimo, que eran idólatras, en fin, que cometían toda clase de pecados. Por ese motivo, Dios dijo que ellos habitarían en los lugares desiertos y caerían a espada.
“Miren a Abraham, su padre; y a Sara, que los dio a luz. Porque cuando él era uno solo, Yo lo llamé, lo bendije y lo multipliqué”. Isaías 51:2
Dios ordenó mirar a Abraham y a Sara como un conjunto, y no solo a sus conquistas. Él es nuestro padre en la fe, no por los milagros que haya realizado o por haber tomado posesión de la tierra de Canaán, sino por su obediencia y su carácter.
Sabemos que sin fe es imposible agradar a Dios, sin embargo, esta fe debe caminar junto con la santificación que nos lleva no solo al sacrificio por nuestras conquistas, sino también al sacrificio de la propia vida por la más grande de todas ellas, que es el Reino de los Cielos.
“Antes bien, así como aquel que los ha llamado es santo, también sean santos ustedes en todo aspecto de su manera de vivir.” 1 Pedro 1:15
Que Dios bendiga a todos los que creen, y que lo hacen conforme a las Escrituras.
Obispo Mauricio Amaral