Para el que sufre tarda mucho más en pasar. Para el que se alegra pasa demasiado rápido.
Muchos viven como si estuvieran en una maratón, quieren hacer lo máximo que puedan con el mínimo de tiempo. mientras otros lo desperdician, al no hacer casi nada durante toda su vida como si tuvieran todo el tiempo del mundo.
“Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.” Salmos 90:12
Al leer este versículo, se puede hacer un análisis: ¿qué he hecho con mis días?
Si consideramos el hecho de que una de las cosas más valiosas que tenemos para servir a Dios es nuestro tiempo, nace un temor con relación a cómo lo hemos usado. ¿Con sabiduría o con insensatez?
Volverse excelente en cualquier área de la vida requiere tiempo e inversión en favor de aquel objetivo, sumado a todos los sacrificios necesarios para que sea alcanzado.
No se engañe, aquello en lo que usted ha dedicado su tiempo y energía, eso es su prioridad.
Al mirar hacia Abraham es posible ver que el tiempo lo acercó más Dios. Se volvió más dependiente de Él. Mientras que al mirar a los que se perdieron es posible constatar que ese mismo tiempo los distanció aún más del Altísimo.
El tiempo, de igual modo, pasará. Pero, cuando pase, ¿cuáles son los resultados que le traerá a su vida?
Vale la pena reflexionar.
Mariana Novaes