El motivo que llevó a Daniel a ayunar fue comprender una visión dada por Dios. Su ardiente deseo de entender el mensaje del Creador lo llevó a realizar 21 días de abstinencia de lo que más le agradaba a su paladar.

Actualmente vivimos el llamado “Ayuno de Daniel” y, al comenzarlo, nuestra intención debe estar alineada a la de Daniel; en la búsqueda de la comprensión y del entendimiento del mundo espiritual revelado a través de la Palabra de Dios, para esto, debemos estar, de hecho, desconectados de las cosas seculares que distraen nuestros pensamientos y limitan nuestro tiempo de meditación. Debemos enfocarnos en el objetivo al leer la Biblia, meditar y buscar la presencia de Dios porque, de esta manera, los que aún no fueron bautizados recibirán el bautismo con el Espíritu Santo y, los que ya fueron bautizados, obtendrán una visión nueva y podrán comprender cómo deben practicar lo que aprendieron con el Altísimo.

La sed de Dios nos dirige hacia Su presencia. Y esta es la propuesta del Ayuno de Daniel, intensificar nuestra intimidad con el Señor Jesús a través de la inversión en la vida espiritual. Al alimentar nuestro espíritu, nutrimos nuestra alma porque le damos lugar a Dios para que abra nuestro entendimiento con respecto a los asuntos espirituales y eternos, y para que encontremos caminos que anteriormente estaban ocultos a nuestros ojos, porque cuando obramos en relación con el crecimiento espiritual, Él se da prisa en suplir todas nuestras necesidades.

Así como el ángel se le apareció a Daniel, renovó sus fuerzas y le dio el entendimiento que buscaba, también les sucederá a todos los que hagan este ayuno con esa intención.

“Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido.” Daniel 10:12

Gislene Xavier