Después de influenciar a la tercera parte de los ángeles, el diablo, ya condenado, comenzó su embestida contra la obra de Dios, lanzó sus dardos de fuego sobre Adán y Eva que, al haberlo escuchado, dejaron de vivir en el Paraíso, donde disfrutaban de todo lo que Dios les había reservado a ellos y a sus descendientes.
Y, hoy, la embestida es contra nosotros que somos hijos de Dios y anhelamos Glorificarlo con nuestro testimonio.
No podemos engañarnos, incluso al ser hijos de Dios estamos en una guerra constante que necesitamos reconocer y mantenernos al frente a la batalla para derrotar a nuestro enemigo, el diablo, que busca, de todas las maneras, damnificar nuestra fe al eliminar o al hacer que demore la bendición que nos es concedida a través de esta fe.
“Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.” Efesios 6:16
“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar…” 1 Pedro 5:8
Debemos confiar en Dios, pero debemos vigilar, estar atentos, porque el diablo protesta a gritos, en búsqueda de los que pueda devorar rápidamente.
¡Es guerra! ¡Es guerra! ¡Vamos en búsqueda de lo que es nuestro! ¡Es vencer o vencer! Porque Dios está con nosotros.
Gislene Xavier.