Durante toda la madrugada del 19 de enero de 2019 fue realizada la primera vigilia del año para obreros y colaboradores con sus discípulos, “La Vigilia del Parto”.
El objetivo de esta vigilia fue para muchos una renovación espiritual y, para otros, la oportunidad de nacer para el Reino de Dios.
El mensaje bíblico de esa noche fue la parábola del trigo y la cizaña, y tuvo el objetivo de alertar a los siervos de Dios acerca de la importancia y la necesidad imperiosa de permanecer despiertos en la fe, para que la mala semilla que el diablo permanentemente intenta sembrar en los corazones no pueda germinar en ellos.
El señor obispo resaltó que nosotros no podemos dormir en la fe, solo así conseguimos guardar los buenos ojos, cuidar nuestra lengua en lo que decimos y no dar oídos a aquellos que son como los que se levantaron contra Moisés, contaminaron a muchos, provocaron una rebelión, y finalmente fueron tragados por la tierra. Recordó que la rebelión es tan grave para Dios como el pecado de hechicería, ¡y que Él abomina a ambas! “¿Se acuerda de cómo estaba usted cuando llegó hasta Dios? ¿Y fue fácil llegar hasta donde llegó? Para no perder todo lo que logró, ¡no duerma en la fe!”, alertó el obispo, y realizó una oración para que fueran abortadas las malas semillas que podían haberse depositado en los corazones de los siervos.
Y llegó entonces el momento tan esperado por muchos, la hora del parto.
Cada obrero pasó adelante con su discípulo y se realizó una búsqueda del Espíritu Santo.
En esta oportunidad se escuchó el llanto de los nuevos nacidos de Dios.
La vigilia finalizó con el lavado de pies de los unos a los otros, siguiendo la enseñanza y el ejemplo de humildad del Señor Jesús, que Se posicionó como el siervo más simple. “Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.” Juan 13:17
Afuera ya amanecía cuando esta maravillosa vigilia llegó a su fin. Todos salieron de la Universal recién nacidos y renovados.