Jesús se indigna en contra del deseo de Su alma
Existen personas que buscan el reconocimiento de los demás para acariciar ego de su alma.
Existen personas que viven del glamour del mundo para satisfacer su alma.
Existen personas que sacrifican toda su vida en búsqueda de la realización personal.
Incluso hay personas que mueren por la gloria que el mundo ofrece.
Pero toda la gloria disponible de este mundo proviene del infierno y se termina cuando la persona muere.
Sin embargo, la gloria que viene de lo Alto y del Santo Lugar es eterna.
Proviene directo de la Fuente de la Gloria y jamás se termina.
Jesús fue glorificado por el Padre en Su bautismo en las aguas y con el Espíritu Santo. En aquel día, se escuchó una voz de los Cielos que decía:
“Este es Mi Hijo amado, en Quien tengo complacencia.” Mateo 3:17
La venida del Espíritu Santo confirma esa voz en el interior de los sellados con el Espíritu.
Es algo que no tiene nada que ver con los sentimientos o las emociones, sino con una certeza, una seguridad.
En otra ocasión, con el alma angustiada, Jesús no oró para pedir ayuda y mucho menos por el libramiento de esos momentos.
En lugar de eso, enfrentó el sentimiento (angustia) del alma con la razón, con una lección: “… ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto He llegado a esta hora. Padre, glorifica Tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y Lo glorificaré otra vez.”Juan 12:27-28
Enseguida, Se indignó contra el deseo de Su alma y pidió:
“Padre, glorifica Tu Nombre.”
En otras palabras: Padre, sacrifico los caprichos de Mi alma para que se haga Tu voluntad. Inmediatamente, “… vino una voz del Cielo: Lo he glorificado, y Lo glorificaré otra vez.” Juan 12:28
“Y la multitud que estaba allí, y había oído la voz, decía que había sido un trueno. Otros decían: Un ángel le ha hablado.” Juan 12:29
Sin embargo, lo más importante es que el Dios-Padre glorificó al Dios-Hijo delante de muchos testigos.
La presencia del Espíritu Santo posibilita que el ser humano logre sacrificar las ansiedades del alma para realizar la voluntad de Dios. Y, cuando esto sucede, la gloria del Padre Eterno se hace presente en los hijos por toda la eternidad.
¡Piense en esto!
Dios lo bendiga grandemente.
Fuente: Blog Obispo Macedo.