Las dos Ofrendas
El Arca de la Alianza fue tomada por los filisteos en la guerra contra Israel. Ella simbolizaba la
Gloria de Israel. Durante los 7 meses en los que estuvo entre los filisteos ocasionó enfermedades, muerte y plagas en medio del pueblo.
El Arca de la Alianza era sagrada. Representaba la presencia de Dios en medio de Su pueblo al igual que los diezmos y las ofrendas. Quien los retiene está sujeto al espíritu de la maldición.
Por eso, cuando Dios le pide a Su pueblo que lleve los diezmos y ofrendas a Su casa, luego Él garantiza reprender al devorador. Esto es, la maldición o la plaga que consumió a los ladrones.
Presionados por la maldición de retener el Arca, los filisteos resolvieron devolverla a Israel. Y
consultaron a sus sacerdotes y adivinadores cómo podrían devolverla.
Incluso siendo siervos del mal, ellos tenían conciencia de que sin ofrenda por la culpa no cesaría la plaga.
En ese caso, respondieron: “Conforme al número de los príncipes de los filisteos, cinco tumores de oro, y cinco ratones de oro, porque una misma plaga ha afligido a todos vosotros y a vuestros príncipes. Haréis, pues, figuras de vuestros tumores, y de vuestros ratones que destruyen la tierra, y daréis gloria al Dios de Israel…” 1 Samuel 6:1-5
La ofrenda de sacrificio por la culpa es obligatoria.
El rey David también tuvo que sacrificar para quitar la maldición de la plaga que había caído
sobre el pueblo de Israel.
Dios tuvo que sacrificar a Su Hijo Jesús para quitar la plaga del pecado sobre la humanidad.
Quien quiera ser lleno del Espíritu Santo debe sacrificar su voluntad, sus deseos y su propia vida para recibirlo.
Ese tipo de ofrenda es una manifestación de fe que impone obediencia.
La persona cree,
sacrifica y es libre de la maldición por obediencia, o sufrirá las
consecuencias de la maldición por la
desobediencia.
La ofrenda de sacrificio debe existir. Si no se
hace para el beneficio personal de la
salvación eterna, se hará para el maleficio de
la perdición eterna.
La bendición viene por la obediencia a la
Palabra de Dios con sacrificio. La maldición viene a
causa de la desobediencia a la Palabra de Dios.
Una cosa es cierta: Obedeciendo o no la Palabra
de Dios, el sacrificio siempre estará presente.
Para la salvación o para la perdición.
Quien sacrifica, obedece; quien obedece,
sacrifica y es salvo. Quien no sacrifica, desobedece;
quien desobedece, no sacrifica y será
sacrificado en el Lago de fuego y azufre.
La ofrenda espontánea es inspirada por el
Espíritu de Dios.
Al contrario de la ofrenda por la culpa, cuando
hay cambio, la ofrenda inspirada por el Espíritu
involucra pureza y grandeza de espíritu. Es la
más pura expresión de amor, desprendimiento y
confianza en Dios.
El ofrendante da sin esperar nada a cambio. Da
por la fe, por el amor… Da con total alegría. Es
llamada ofrenda liberal porque es inspirada por
Dios.
El propio Espíritu Santo, a través de Pablo,
enseña sobre este tipo de ofrenda, cuando dice:
“Cada uno dé como propuso en su corazón: no con
tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.” 2 Corintios 9:7
¿Quiere recibir la plenitud de Dios? Entonces, sacrifíquele su plenitud. Es todo por todo. Quien
cree, amén. Quien no cree, paciencia.
Obs. Los textos han sido más largos porque creo
que los internautas tienen más tiempo para leer, releer y meditar.
Dios los bendiga.
Fuente: Blog obispo Macedo