Las luchas, los problemas y las dificultades son una realidad irrevocable que diariamente nos rodea. Todos los días hay una guerra que ganar, un mal que enfrentar, pero la gran pregunta que se plantea es: ¿de qué manera estoy viviendo las adversidades diarias que vienen contra mí? Y vienen de diferentes maneras, ya sea en el ámbito externo, a través de la familia, los conflictos profesionales, las relaciones, o en el ámbito interno, a través de los pensamientos que no glorifican a Dios.
Escribo sobre este tema porque debemos, a cada momento, observar nuestra manera de vivir el día a día, sobre todo en los momentos más complicados. Si no le prestamos atención a nuestra postura delante de los problemas, nunca veremos si, de hecho, estamos haciendo la voluntad de Dios.
Generalmente, cuando nos preguntan cómo estamos, ya tenemos una respuesta automática: “Estoy en la fe”. No estoy diciendo que usted debe hablar de otra manera, ¡nada de eso! Pero le propongo que piense y le haga justicia a su respuesta, viviendo, verdaderamente, la fe inteligente que nos lleva a razonar y a evaluar nuestro proceder. No es algo sencillo, sin embargo, es el único camino que nos conduce a la Salvación.
Muchos se han perdido porque se dejaron llevar por los “¿por qué?” y se llenaron de quejas y murmuraciones. Ahora bien, observemos la posición del rey David frente a un momento muy complicado de su vida:
“¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.” Salmos 42:11
Vea que David no indagó a Dios, sino que le habló a su propia alma, le cuestionó su sufrimiento y rechazó cualquier tipo de debilidad que pudiera arruinar su fe. En las dificultades obtenemos, del Espíritu Santo, la fuerza capaz de vencer TODO. Si, en un determinado momento de su vida, no ve el cumplimiento de la promesa de Dios, no se entregue al desanimo ni a la murmuración, al contrario, asuma su fe. Predique y recupere fuerzas de sí mismo para proseguir. David sabía que el único camino era esperar confiadamente en Dios, porque solo así encontraría la tranquilidad para su interior.
Finalmente, solo quisiera agregar que todo lo que usted está enfrentando es necesario para su propia madurez. Confíe y espere en Él. Ese es el sacrificio perfecto para Dios.
Luisa Teixeira
Muy fuerte. Es verdad debemos examinar cómo reaccionamos frente a las dificultades, así como le pasamos ánimo y una palabra de fe a las personas cuando atendemos, esas mismas tienen que ser para uno mismo.
Es verdad, a veces esas fácil decir que hacer y así como dice el post no hacemos justicia a lo que decimos, muchos creemos y confiamos en Dios pero a la hora de demostrarlo es como si se nos olvidara, por eso es que hay que vigilar para no desagradar a Dios hasta en las mínimas cosas. Si creemos que el está con nosotros, perfectamente sabe hasta dónde somos capaces de soportar, así como el padre solo busca el bienestar de sus hijos así es Dios con nosotros, las dificultades nos hacen ejercitar ciertamente la fe.
Quiero ser. Obreros del señor