“Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él.” (Eclesiastés 3:10)
¿Cuál es el trabajo que usted ejerce en este momento, ya sea en la obra de Dios como en otros lugares?
Sea cual sea la actividad, ¡fue Dios quien le dio ese trabajo!
Este trabajo no está relacionado solamente al hecho de “ganarse el pan” laboral, sino que se refiere al trabajo en su totalidad: las responsabilidades que se nos atribuyeron como esposa, madre, amiga, empleada, etc. Incluso, al “trabajo espiritual” que batallamos y sobre todo, a las guerras que trabamos.
¡Sepa que ese trabajo se nos dio para que nos ejercitemos!
¿Y qué sucede cuando nos ejercitamos? ¡Nos volvemos más fuertes, aptas y capaces!
Entonces, llegamos a la conclusión de que no podemos desperdiciar nuestro tiempo con murmuraciones y quejas, sino que debemos ver en cada instante, en cada situación, en cada problema, en cada área de la vida, es decir, en cada “trabajo”, ¡la oportunidad de ejercitar nuestra fe y de alcanzar la “performance espiritual” que Dios espera de cada una de nosotras!
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Luisa Teixeira