Si le pregunto: ¿cuánto vale su alma?
Responda…
Ciertamente, usted estará de acuerdo en que la mayoría de las personas dan la misma respuesta: «¡no tiene precio!».
Esta respuesta está impregnada de religiosidad. Porque, de hecho, el alma es importante, sin embargo, la persona puede decir eso, sin tener la conciencia de lo que dice, y no hacer nada, efectivamente, por su Salvación.
Si el valor del alma es tan alto que Dios sacrificó a Su Hijo por ella, así también tenemos que hacer por nuestra alma: un sacrificio diario para salvarla y mantenerla salva.
Usted muestra que valora su alma a través de lo que hace por ella.
Hay puntos débiles que hacen que el ser humano desprecie el valor del alma; pensamientos promiscuos, volver a la vieja vida, tener malicia sobre la Obra, la tentación de juzgar, pagar mal por mal, persecuciones, dificultades, tribulaciones. Reflexione y respóndase a sí mismo: ¿cuál es su punto débil?
¡Nos vemos en la IURD o en las nubes!
Obispo Júlio Freitas