Lea el mensaje de hoy y medite en él

Muchos aspiran a puestos de jefes y a posiciones destacadas, sin embargo, lo que realmente quieren son las ventajas de la posición, no el peso de las responsabilidades que conlleva.

¿Quiere comandar? Sepa que las peores críticas, presiones y exigencias recaen en quien está por delante.

Nadie es un blanco mayor de observación, de falsos elogios, de bromas y de traiciones que él.

Mientras que el jefe solo tiene dos ojos para ver, una multitud tiene sus ojos puestos en él, observando bien si cumple con sus altas expectativas.

El peso de la responsabilidad es inmenso, sea sobre el líder de una familia, de un grupo o de una empresa. Estar por delante de algo, tiene un precio alto.

Por lo tanto, ¿anhela liderar? No piense que tendrá una vida fácil, sin estrés, sin dolores y sin exigencias.

No obstante, si Dios lo pone a liderar algo, Su Espíritu le dará vida, fuerza, fidelidad, justicia y misericordia para cumplir su papel. Persevere hasta el fin, independientemente de las ventajas o desventajas que pueda proporcionarle esa posición.

Baruc, el escriba de Jeremías, buscaba algún tipo de reconocimiento y prestigio por su devoto trabajo.

Sin embargo, el Examinador de corazones, que conoce las motivaciones de nuestras actitudes y de nuestros deseos más íntimos, lo reprendió.

«¿Y tú buscas para ti grandezas? No las busques…» Jeremías 45:5

Cualquier «grandeza» en este mundo debe venir de lo Alto y volver a Dios en forma de gloria, sin interés en la contrapartida ni en las murmuraciones debido al sufrimiento. Y todos los que, con sus propias manos, toman a la fuerza el liderazgo de algo, sepan que, con el tiempo, esa ambición se transformará en un peso insoportable e imposible de cargar. Por eso hemos visto a tantos que fueron tragados y destruidos por el anhelo de liderar.

Liderar es servir. Si la persona no sirve a las demás, no es líder de nada.