“He aquí, tú enseñabas a muchos, y fortalecías las manos débiles; al que tropezaba enderezaban tus palabras, y esforzabas las rodillas que decaían. Mas ahora que el mal ha venido sobre ti, te desalientas; y cuando ha llegado hasta ti, te turbas. ¿No es tu temor a Dios tu confianza? ¿No es tu esperanza la integridad de tus caminos?” Job 4:3-6
Hemos visto obreros muy dedicados al trabajo de la Iglesia. ¡Siempre están presentes en los cultos y se esfuerzan para ayudar al pastor lo más que pueden! Desafortunadamente, las obras no reflejan la verdadera condición espiritual. ¡Muchos están en “piloto automático”! Aprendieron a hacer el trabajo. Atienden a las personas que llegan a la iglesia afligidas, oran, ayunan, evangelizan, ayudan a los demás, pero no se cuidan a ellos mismos, descuidan su vida espiritual. Cuando llegan las luchas, las tempestades, las injusticias, las acusaciones, o incluso, cuando son reprendidos, simplemente colapsan y demuestran su debilidad espiritual. ¡Ellos son emotivos y muy sentimentales! Cualquier cosa es suficiente para que se entristezcan y se desanimen. No todos los que hacen la obra de Dios han nacido de Él, pero todos los que han nacido de Él realizan Su obra de todo corazón.
¡El que ha nacido de Dios quiere salvar! Quiere hacer más y lo mejor para el Señor Jesús.
Muchos obreros han caído porque no han pedido ayuda. ¡Tuvieron vergüenza! “¿Qué pensará el pastor de mí?”. Era eso lo que les importaba. ¡El que vive en la mentira no puede recibir el Espíritu de la Verdad! A Dios le agrada la sinceridad.
Aquel que se purifica y se santifica, se convierte en un instrumento útil en las manos de Dios. ¡El Espíritu Santo quiere levantar y fortalecer a Sus siervos, porque desea usarlos para grandes cosas!
Los grandes héroes de la fe no fueron elegidos porque eran fuertes o capaces, ¡sino porque Dios vio sinceridad en cada uno de ellos! Este sigue siendo el criterio del Todopoderoso en la elección de sus siervos. Él no mira la apariencia y las condiciones humanas de nadie. ¡Al contrario! Él eligió las cosas locas de este mundo para avergonzar a las sabias. Su gloria nunca se compartirá con nadie, sea quien sea. Toda la alabanza y la adoración es para Él.
Sean todos bendecidos en el Nombre del Señor Jesús