Siempre estaremos frente a malos ejemplos y buenos ejemplos, pero esta en la persona seguir a unos u otras, la mentira y la verdad, la injusticia y la justicia, el rencor y el perdón, la paz y la violencia, la soberbia y la humildad, la gratitud y la ingratitud.
«Amado, no imites lo malo sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; el que hace lo malo no ha visto a Dios.» 3 Juan 11
Nosotros tenemos el libre albedrío para imitar lo malo o lo bueno, la decisión es nuestra.
Si vemos lo malo no tenemos que practicarlo, eso es puesto delante de nuestros ojos para que podamos desviarnos de eso y ayuden a que quienes se encuentren en la práctica de lo malo se vuelvan a lo bueno.
Un ejemplo de alguien que hizo lo bueno es Abraham, que usó la fe no para honrarse a sí mismo o para honrar a los demás, a los de su época reyes, a su familia, sino que la usó para honrar a Dios.
Si imito lo malo estoy firmando que no conozco a Dios. En cambio, cuando hacemos lo que es bueno el Espíritu Santo testifica que somos de Dios. El que hace lo bueno es de Dios, sino que es de Dios, porque no solo conoce Su voluntad, sino que la practica.
El que no es nacido de Dios se deja dominar por las emociones y por los impulsos de su carne.