Los hermanos de José le tenían odio, lo envidiaban, por eso lo vendieron. Luego, en Egipto, José fue llevado a prisión, todo por el hecho de creer en el sueño que Dios le había dado. Pero él no se entregó al desánimo ni al cansancio espiritual.
“… solo te pido que te acuerdes de mí cuando te vaya bien, y te ruego que me hagas el favor de hacer mención de mí a Faraón, y me saques de esta casa”, Génesis 40:14.
Cuando cometemos un error, si somos humildes, el Altísimo nos enseña, así como lo hizo con José, que en su inmadurez esperó la ayuda del hombre y no la de Dios. Por eso, Él permitió que pasara el tiempo para que cuando saliera de la cárcel no volviera a cometer el mismo error. De esta manera, José aprendió que no debía depender de Faraón, sino del Señor.
Durante la época de José las Escrituras Sagradas no existían, pero hoy en día sí, por eso, meditamos en todo lo que pasó y, cuando pasamos por situaciones difíciles, Le mostramos a Dios si realmente creemos en Él.
Mantenete en espíritu, no esperes que nadie se acuerde de vos y no te detengas.
ES IMPORTANTE QUE SIGAS PRACTICANDO, DANDO PASOS EN LA FE Y SACRIFICANDO DÍA TRAS DÍA.