Lea el mensaje y medite en él
Los que defienden la liberación de las drogas pueden usar decenas de argumentos para su empresa, pero es suficiente con observar la imagen de un único dependiente químico o presenciar el día a día aflictivo de sus familiares para que caiga por tierra esa falacia.
No sirve de nada orar por la familia, si apoyamos las pautas contra la familia.
No sirve de nada el trabajo para los tóxicos dependientes, si votamos al que promete la liberación de las drogas.
No sirve que hablemos sobre evangelizar a los perdidos, si nos unimos al que desea restringir la actividad de las iglesias.
Estas son solo algunas incoherencias que muchos cristianos cometen en los últimos tiempos.
No confiamos en hombres, porque nuestra vida depende de Dios. Él es soberano y se hará Su voluntad.
Pero todos seremos responsables por nuestras decisiones. ¡Pensemos al respecto!
Núbia Siqueira